Director: Fernando Valenzuela
Año: 2008
País: Chile
La percepción de una poesía cinematográfica descansando en los albores elípticos de una sociedad convencional y sombría, configura los avatares literarios de un tridente teológico y paradójico. La silueta de la fe, la razón y la personificación humana, se enraízan en la matriz literal de Dante Alighieri con La Divina Comedia. Exegetas y críticos tornan la discusión y ensamblaje imbricador de la literatura como nexo transitorio a las yuxtaposiciones de la figura de Allende como un héroe alejado de la esfera revolucionaria.
1973 revoluciones por minuto representa una estructura conspicua llena de códigos soslayantes que se estigmatizan por los colores negros y rojos de un periodo oscuro de la democracia chilena. El disfraz y la máscara de un personaje que avizora los últimos momentos de su sobrevivencia, y a la vez un escenario-monólogo en que las vicisitudes paralelas a la realidad quejumbrosa de percepciones violentas se comportan sistemáticamente de acuerdo al contexto histórico, es lo que va generando el declive y derrumbamiento de los ideales, de los paradigmas y de la propia revolución como soporte pluralista y popular.
La nostalgia se apodera de este presidente (Ramiro Sandoval quien interpreta a Salvador Allende) que siente la traición y el enclaustro definitivo de su hegemonía política. Un espacio vacío en que la soledad, y los ruidos de metralletas mezclados entre un pasado-presente, generan los miedos sicológicos con que el presidente se enfrenta al destino. Una soledad disímil y a la vez obtusa donde las butacas aparecen vacías y brumosas, donde la aparición de un niño sentado en silencio impresiona el monólogo del presidente, son códigos que van desentrañando la lógica ilusoria de la dialéctica del conflicto.
Fernando Valenzuela, al crear este paralelismo diegético entre realidad y ficción con imágenes de la época, sintetiza y genera una mimesis del propio discurso de Allende. Tonalidades alegóricas son el sedante perfecto para la enfermedad crónica y patológica que sufría Chile durante el régimen militar.
La memoria de esta manera se convirtió en la órbita egidosa en que los sujetos históricos reclaman el repliegue del sentimentalismo, dolor y omisión de las jactancias acérrimas con las que fueron ejecutadas social y sicológicamente por un grupo armado e intolerante, los cuales se vistieron con las medallas de la violencia y con la boina del arribismo.
Año: 2008
País: Chile
La percepción de una poesía cinematográfica descansando en los albores elípticos de una sociedad convencional y sombría, configura los avatares literarios de un tridente teológico y paradójico. La silueta de la fe, la razón y la personificación humana, se enraízan en la matriz literal de Dante Alighieri con La Divina Comedia. Exegetas y críticos tornan la discusión y ensamblaje imbricador de la literatura como nexo transitorio a las yuxtaposiciones de la figura de Allende como un héroe alejado de la esfera revolucionaria.
1973 revoluciones por minuto representa una estructura conspicua llena de códigos soslayantes que se estigmatizan por los colores negros y rojos de un periodo oscuro de la democracia chilena. El disfraz y la máscara de un personaje que avizora los últimos momentos de su sobrevivencia, y a la vez un escenario-monólogo en que las vicisitudes paralelas a la realidad quejumbrosa de percepciones violentas se comportan sistemáticamente de acuerdo al contexto histórico, es lo que va generando el declive y derrumbamiento de los ideales, de los paradigmas y de la propia revolución como soporte pluralista y popular.
La nostalgia se apodera de este presidente (Ramiro Sandoval quien interpreta a Salvador Allende) que siente la traición y el enclaustro definitivo de su hegemonía política. Un espacio vacío en que la soledad, y los ruidos de metralletas mezclados entre un pasado-presente, generan los miedos sicológicos con que el presidente se enfrenta al destino. Una soledad disímil y a la vez obtusa donde las butacas aparecen vacías y brumosas, donde la aparición de un niño sentado en silencio impresiona el monólogo del presidente, son códigos que van desentrañando la lógica ilusoria de la dialéctica del conflicto.
Fernando Valenzuela, al crear este paralelismo diegético entre realidad y ficción con imágenes de la época, sintetiza y genera una mimesis del propio discurso de Allende. Tonalidades alegóricas son el sedante perfecto para la enfermedad crónica y patológica que sufría Chile durante el régimen militar.
La memoria de esta manera se convirtió en la órbita egidosa en que los sujetos históricos reclaman el repliegue del sentimentalismo, dolor y omisión de las jactancias acérrimas con las que fueron ejecutadas social y sicológicamente por un grupo armado e intolerante, los cuales se vistieron con las medallas de la violencia y con la boina del arribismo.
No comments:
Post a Comment