Sunday, October 5, 2008

"Children of men"


Director: Alfonso Cuarón
País: EEUU-Reino Unido y Canadá.
Año: 2006

El mundo se encuentra abatido. El presente parece ser algo ilusorio, y el futuro se transforma en la premeditación existencial de lo irrisorio. Y es que la mimesis confabulada en los espacios transgresores del inconsciente, vapulean la métrica sensorial de la antitesis como argumento literario y artístico en la obra. “Niños de Hombres” o Children of men, se transforma así, en los ojos concatenados del silencio crepúsculo en que se difama la violencia y la desesperanza. Un mundo encarcelado bajo las banderas patrióticas de la supremacía y el arribismo neofascista que controla la sobrevivencia del hombre futurista.
Londres 2027, se configura sobre espacios tecnológicos y progresistas, que se contraponen a la fisionomía alarmante de una sociedad lánguida y pavorosa, donde los sueños parecen haber sido atrapados en las redes del silencio y en las redes del misterio.
Un escenario que devela los aconteceres que marcaron a todo el siglo XX, el autoritarismo político, envasado sobre las distopías que discuten un futuro incierto, sin siquiera asumir los errores que prevalecen en el propio tiempo presente. Es por ello que el espacio-temporal de un “hoy” descompuesto, maximiza la contienda del caos y la esperanza, del oscurantismo a la salvación, y de la violencia a la paz. El mundo se vuelve algo enfermizo, y a la vez síntomático de un descontento social, masivo y mundial. No obstante pareciera ser que la salvedad a este gran conflicto se encuentra en Gran Bretaña, pues se sitúa dentro de los parámetros establecidos como la nación ejemplo a seguir, pese a su racismo acérrimo implícito, suscitado a lo largo de todo el film.
Es así como los procesos históricos en este fútil y alarmante desacierto, parecían haber sido retrotraídos a la caracterización de que “toda historia se repite”, Sin embargo, ante esta hipocondríaca situación, los matices estructurales, parecen haber esculpido el tiempo con las sombras del ocaso y los restos del presidio crepusculario.
El Siglo XIX parece ser el foco de interés en que las superpotencias logran tener el “poderío” ostentoso que se parcelan en la fastuosa magnificencia de la hegemonía local sobre el control mundial y en este caso sobretodo, el de Gran Bretaña y su Paz Armada.
El mundo esta desvastado, vilipendiado y torcido, y es que el individualismo logra tener su catarsis fatídica en los arbóreos sigilosos del fin de una civilización, Todo gira en torno a una noticia que aparece en la primera escena, donde Theo- el protagonista- junto a otras personas que están dentro de un café, escuchan a través del televisor, “la muerte del hombre mas joven del planeta con tan solo 18 años de edad.”
De esta manera, el escenario se pintaba sobre un mundo con violencia, desesperación y pavor, que se refleja por las calles sucias, rayadas y angustiosas; un presente esquivo que no se quiere asumir, y un futuro disímil y poco próspero que atisbaba los matices vapuleados de una realidad agresiva y deprimente.
Estos cánones estigmatizadores de un abismante ocaso sensitivo, lograban situarse sobre la ideología pragmática de ocultar a una mujer que estaba embarazada- llamada Kee- y que tal como dice su nombre, “key” traería la esperanza, la llave maestra y el orden estamental sobre la base del nacimiento de una niña.
Todo circulaba entre la fe y el azar, entre lo posible y probable, dado que la práctica dogmática colindaba con la causalidad y se exteriorizaba bajo los preceptos idílicos del amor y la sabiduría.
El blindaje escénico de un expresionismo alemán que generaba los matices hereditarios al oscurantismo, a los laberintos, a los bordes oscuros que se contraponía siempre con una luz de fondo, tenue y lívida que no prometía salida o solución alguna, pues fuera de ese marco, la realidad seguía estando manipulada por la realidad caótica con que los sujetos se volvían cada vez mas violentos y mas encerrados en sí mismos.

A ello se suma el sonido extradiegético que se interponía dentro del subconsciente de Theo como una rama equidistante entre la razón y la acción, producente en una imbricación de sonidos adyacentes, que aparecen cuando el protagonista se encuentra en situaciones extremas o bien, a punto de acontecer algo sorprendente.
El sonido de las balas, ladridos de perros, y de los gritos sufridos por las personas, creaban una mescolanza de atisbos tradicionales, que generaban bríos contraproducentes entre lo repetitivo y lo sincrónico. Sin embargo, todo el clima onírico que estaba aconteciendo, se reflejaba con la presencia del elemento nebuloso para configurar la cristalización de las mentes y de los sueños, de los ideales y de los atisbos retrógrados que sufría la población mundial. Todo un mundo en declive que se sostenía bajo el anhelo estupor del llamado “proyecto humano”, los cuales luchaban por mantener viva la resistencia pacífica del alma y de los cuerpos; una herramienta sobre estimulada de los cuadros surrealistas en los planos, que tiñen la caracterización de una sobredosis de estímulos emocionales y sentimentales, ofuscado por la misma lógica coercitiva de la razón instrumental como elemento transformista del prefacio al drama pictórico.
A esta quejumbrosa situación, el nacimiento del bebe de Kee –llamado posteriormente Dylan en honor al hijo que perdió Theo- mostraba los aires y pasantías bíblicas del paralelismo ficción-realidad a lo que llamaremos como “la salvación”.
Esta salvación, creaba las luces pertinentes, y la esperanza de un giro metafísico a la proclive ejecución de las mentes quiméricas que situaban la realidad, como un eje concordante a lo idílico, majestuoso e incluso, sobrehumano. Una salvación no dogmática ni doctrinaria, pero sí, basado en estructuras mentales, con el objetivo de lograr la perfección de los cuerpos, y la tangible situación de las almas.
El bebé de Kee es quien crea la pausas en la azarosa disyuntiva violenta entre los opresores y los oprimidos, en un mundo nefasto en que el autoritarismo oligarca y los deseos preconcebidos del arribismo, soslayan la confabulación de los matices hegemónicos por sobre las banderas de lucha y resistencia de la humanidad.
Al momento en que el bebé comienza a llorar, las pausas sigilosas de “ambos bandos”, llenan sus corazones de ternura y de felicidad. Las balas cesan, los ladridos también, y el escenario que en un momento parecía estar bajo el telón de la violencia, se vislumbraba como una apertura mental y una apertura poética a los sentidos sesgados del ser humano. 18 años transcurrieron sin que nadie oyera el llanto de un bebe, y en el momento que lo sintieron, el mundo casi se vino abajo, las miradas atónitas y estrepitosas por el caudal torrentoso con que el corazón volvía a sentir los latidos fugaces del alma.
Una obra maestra similar a Films anteriores como: 1984 de George Orwell (en cuanto a la hegemonía futurista del totalitarismo) y Blade Runner de Riddley Scott, en donde se sitúa bajo parámetros ilusorios dónde la máquina y la tecnología logran dominar los accionares humanos.
Una mirada diferentes en que la prosa elíptica de explicaciones escénicas, trascienden mas allá de la frontera imaginaria para encontrar el porqué de las cosas.
Todo confluye y todo se destruye, todo se crea para que en cualquier momento el apocalipsis mundano-profano con el propósito de hacer algo mejor, renueve y concrete la estabilidad ornamental de los sujetos como órbitas sectarias de su propia realidad. Sin embargo, ¿que pasará cuando el hombre como ser pensante, deje de existir? Vivimos en realidades desordenadas y de luchas, no muy diferentes a lo que plantea Alfonso Cuarón en esta cinta; estamos en permanente lucha, tanto con nosotros mismos, como de partición exógena.
No estamos para plantear soluciones al conflicto, simplemente para desenmascarar múltiples realidades que son manipuladas y confabuladas para crear silencios y escombros en la historia. Y el cine por su parte, parece ser el foco intradiegético de nuestro subconsciente; querámoslo o no, también es una herramienta de doble filo que actúa como elemento propagandístico a las realidades históricas.

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