Thursday, September 4, 2008

La desmitifación de la Historia en Marcela Said y el Documental Opus Dei : La dialéctica narrativa de interpretaciones de la realidad



Frente al giro interpretativo que se dio en los años 60, esta época aún se encontraba bajo la lógica: “si yo intervengo, no hay realidad”. Es por ello que el quiebre drástico en matices cinematográficos se dio 20 años después, ya que es precisamente entonces cuando el cine adquiere finalmente el valor estético de un séptimo arte*[1]
A este paralelismo dialéctico de contradicciones epistemológicas, el impulso mimético del cine comienza a plantearse la problemática y el cuestionamiento de ¿Qué es lo real?; ¿Aquello que nos muestra el director o sencillamente lo que la cámara nos trata de representar?
A lo anteriormente expuesto, y dada la peripecia de las interrogantes, la realidad documentada está sujeta directamente a la visión y al mensaje que el director quiere representar al propio espectador*[2] En simples palabras, existe una realidad manipulada y controlada por los ojos cinematográficos de quien dirige el documental. De esta manera, el director genera y construye un mundo imaginario a partir de la provocación y ensamblaje de entrevistas que puede crear en la adaptación de su cinta.
Por esto, la conexión convexa con la disciplina histórica y su contexto social, gesticulan los procesos de cambio y permanencia en el entorno, ya que, si bien puede ser catalogada como una verdad parcial, hay que considerar que las verdades son múltiples y las realidades también, por lo que el supuesto de una verdad histórica*[3] sólo seria una falacia para el mundo histórico y también para el mundo cinematográfico.
No hay que olvidar la relación directa del documental con el realismo, y es que ambos se imbrican dentro del mundo histórico como vínculos primordiales para la explicación de formaciones discursivas en la retórica social de interpretación y representación del hombre en sociedad.
A esta evidencia discursiva, Marcela Said en su film Opus Dei, nos construye un universo de símbolos que se generan dentro del mundo real, y que representa uno de los tantos silencios de la historia. Estos símbolos a su vez recurren a la explicación de pregonar los tópicos dados por la misma sociedad.
Sobre la base de esta lógica categórica de desenmascarar las omisiones históricas con testimonios verídicos, es como se va generando una mayor credibilidad y veracidad a su argumentación.
Dada la coerción de factores catalizadores argumentativos, Marcela Said utiliza mecánicas cinematográficas basada en una voz en off que dirige al espectador y lo tiene hipnotizado a lo largo de toda la cinta. A este tipo de hipnosis*[4] podríamos llamarlo montaje de atracción, ya que orienta al espectador hacia una dirección deseada y es además el elemento autónomo y primario de la construcción del espectáculo, o sea, la unidad molecular[5]. Si bien el montaje de atracciones a la que se refiere Eisenstein está ligado al aspecto teatral, éste a su vez constituye un paralelismo diegéstico similar al del cine. No hago referencia al tema de los encuadres y los planos, sino más bien al ojo del espectador como protagonista visual de una obra. Y siguiendo con la lógica narrativa, el tema sonoro es otro punto de igual relevancia al momento de representar la realidad no tan sólo porque actúa como agente concordante con la voz en off dado en el film, sino también para mantener el suspenso y la continuación temporal-espacial hacia el espectador.



En el documental Opus Dei, además de la voz en off presente a lo largo de toda la cinta, está la voz persuasiva que pretende tomar una posición objetiva. Esta perspectiva puede reflejarse al momento que la directora entrevista a los sujetos inmersos en el mundo del Opus Dei, con el propósito de ir definiendo el argumento que trata de develar a lo largo del documental. Sin embargo, claramente hay una intención el tipo de preguntas que formula a sus entrevistados, por lo que la objetividad sería sólo un antifaz de la subjetividad.
A esta sincronía de posiciones, un punto fuerte del panorama entregado por Said es la variedad de las visiones desde dentro. Motivada por una curiosidad respetuosa, aunque sin esconder la postura crítica, la denuncia implícita la hace a través de la propia enunciación.
Si hay juicio, en última instancia es el espectador quien lo formula tras escuchar a unos y otros[6], por ello que presupone una tendencia al carácter objetivo; no obstante, el carácter categórico de la denuncia parece dejarse de lado, y no tener mayor importancia. Por consecuencia, evoca sus propuestas y sus argumentos a través del propio análisis discursivo-visual que logra el espectador.
En esta lógica subordinada de preguntas, hay que tener en cuenta la omisión de discusiones a lo largo del documental, y es que las entrevistas latentes en él se encuentran sujetas a la propuesta que tiene la directora al momento de situar la argumentación en su film. La evidencia expositiva y narrativa que presenta Marcela Said- los misterios del Opus Dei- está cargada de un alto grado de veracidad para el espectador, por lo que la metodología utilizada en este documental trasciende las esferas sociales con el propósito de desglosar las telarañas del silencio, condecorando al enfoque de la directora: una verdad imparcial.
De esta manera en el documental expositivo clásico estas limitaciones, densidad de códigos, sentencias éticas y prácticas rituales presentes, incluyen un montaje que aporte pruebas (un montaje que reúna las mejores pruebas posibles para defender una cuestión), la responsabilidad del realizador de hacer que su argumentación resulte tan exacta y convincente como sea posible, aunque ello requiera la recontextualización de las afirmaciones de testigos o expertos individuales.[7]
A lo expuesto por Nicholls, es menester tener en cuenta que frente a las modalidades documentales de representación, y su dialéctica con la realidad, fijaremos como punto de referencia el modo expositivo como la médula espinal de explicaciones argumentativas y discursivas que plantea Marcela Said en su documental Opus Dei.
La relación con el mundo histórico surge como una tendencia a la sensibilidad humanista que otorga esta cinta, ya que atribuye un compromiso directo con el espectador y con la sociedad. Es por ello que toma como reseña mediática a esta Dictadura del Catolicismo, ya que encierra en sus burbujas del poder, una verdadera catarsis hegemónica de cristalización de tópicos restrictivos hacia sus miembros.



Al calar fondo sobre esta comunidad religiosa, da la impresión de un verdadero montaje escénico, por lo que el cuestionamiento a la credibilidad parece algo innegable. Ejemplo de ello es que los entrevistados no tuvieron problemas para abrir sus puertas a las distintas preguntas formuladas por Said. Es más, pienso que cuando las cámaras ingresaron a sus parroquias, a sus reuniones y a todo aquello que parecía oculto y misterioso para la sociedad, se desmintieron tácitamente a través de las imágenes representadas. Sin embargo, el punto de discordancia con la “transparencia” anteriormente expuesta, fue la entrevista de una ex miembro del Opus Dei, quien da sus declaraciones con el rostro cubierto, por miedo a la gran influencia que tiene esta religión con el medio económico, por lo que puede verse afectada tanto en términos laborales, como también -quizás- espirituales.
Al alero de la explicación y el análisis cinematográfico, pienso que encasillar una institución sobre la base ideológica del Opus Dei genera contradicciones. Puesto que dada la variedad de alumnos que estudian en la Universidad de los Andes, existe una gran probabilidad que no todos sean partícipes de esta agrupación teológica; y creo que es un tanto arriesgada esa propuesta, a menos que hubieran desmitificado dicha aseveración mediante entrevistas a estudiantes de tal universidad, y que no tienen relación con el Opus Dei, aunque hay que reconocer que reciben y adoptan, de manera voluntaria o involuntaria, códigos propios de la obra en cuestión.Sin embargo aún quedamos con esa latente suspicacia de ¿Qué es lo que oculta el Opus Dei? Porque bien sabemos que una vez visto el documental, surgen una multiplicidad de interrogantes y que no pueden ser resueltas todas en un film, pero: ¿Por qué ese vínculo tan directo entre la política neoliberal y la religión? ¿Que relación tiene los enclaves autoritarios dictados por el General Pinochet, con los claustros episcopales de esta secta? Frente a una de las tantas preguntas que pueden surgir al alero del eje funcional como espectador, la temática enclaustrada aún se encuentra en los cementerios de la historia, y las quejumbrosas respuestas yacen en los secretos de la Iglesia Católica.
El devenir histórico y los supuestos enlaces de concordancia con las multiplicidades de libertades visuales, contraen restricciones y limitaciones de la propia realidad impuesta por la sociedad. Sin embargo, los cambios, transformaciones o quiebres argumentativos, van generando la trinchera del ocaso apocalíptico de lo jerárquico. Y es que, queramos o no, la apología cinematográfica documental, aún descansa en las faldas de la historia; esto a su vez cesará cuando de una vez por todas, los cánones e imposiciones dados por la sociedad, nos quiten la venda de los ojos y nos dejen mirar las realidades
Marcela Said no buscó una solución a la “revolución silenciosa” del Opus Dei, simplemente desenmascaró y desmitificó las trampas de la fe católica en los sarcófagos de la sociedad como herramienta cultural.

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Notas:

[1] Esta terminología de taxonomía cinematográfica, al denominar el cine un séptimo arte, fue dado por Ricciotto Canudo en 1914, ya que “creyó ver en el cine un epicentro y una posible culminación de pintura, arquitectura, escultura, poesía, danza y música”. Extraído de Textos y manifiestos del cine capítulo 1 “El cine es un arte” Joaquim Romaguera I Ramio Homero Alsina Thevenet (Eds). Cátedra Signo e Imagen. Madrid 1993 p. 14
[2] Puede resultar bastante lógico aquello que el sujeto es quien siempre representa lo que quiere manifestar. Sin embargo, sólo uso esa paráfrasis con el propósito de dar cuenta que la objetividad sólo se encuentra parcelada en el mundo idílico de las personas.



[3] Creo que el que existan diversas verdades e interpretaciones de las realidades, no quita merito a la tentativa de plantear y enunciar cada quien su verdad histórica/cinematográfica. El asunto es cómo hacemos para generar intersubjetividades que permitan aprehender mejor lo real.
[4] Entiéndase el término de hipnosis, no cómo un término Freudiano como sueño artificial, sino de correlacionar la intención del director para la atención del espectador.
[5] Eisenstein S. M “El Montaje de Atracciones” pp. 73-74 Extraído de “Textos y manifiestos del Cine” Op. Cit.
[6] Biénzobas, Pamela “Los temas que los medios callan el cine documental los recoge” extraído de la página de Internet
http://www.mabuse.cl visitada el día lunes 14 de Julio del 2008 a las 14:30 hrs.
[7] Nicholls Bill “La Representación de la realidad” Cuestiones y conceptos sobre el documental. Editorial Paidós 1997 p. 47






Bibliografía







Joaquim Romaguera I Ramio Homero Alsina Thevenet (Eds) “Textos y Manifiestos del Cine” Cátedra Signo e Imagen. Madrid 1993
Nicholls Bill “La Representación de la realidad” Cuestiones y conceptos sobre el documental. Editorial Paidós 1997

Internet:

· http://www.mabuse.cl
· http://www.lafuga.cl
· http://www.artehistoria.com

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